28.4.10
¿ELECCIONES DEMOCRATICAS EN CUBA?!!
Por Jorge Jorge González Para Cabeza de Tambor
Hace diez años, no tenía idea real de lo que era la labor de un Delegado del Poder Popular, ¿cómo saberlo si no había pasado por experiencia tan singular? Es cierto que desde el año 1976 participaba de una manera u otra en los procesos eleccionarios, pero no participaba del mecanismo posterior que, en la práctica, es “el pollo del arroz con pollo”, para decirlo en buen cubano.
Cuando para las elecciones parciales del año 2000 un vecino me propuso como candidato a Delegado en una reunión pública en el barrio, sentí un poco de temor pues nada sabía sobre dicho cargo y mucho menos cómo compartir mi trabajo como artista, poeta en ratos libres, profesor y la atención a mi familia, con multitud de reuniones, despachos a los electores, trámites en las oficinas estatales y muchas cosas más que vendrían después.
Ha pasado una década desde entonces y durante cuatro mandatos consecutivos fui nominado y electo una y otra vez por mis vecinos como su Delegado del Poder Popular, perdiendo el nombre propio, dejando pendientes proyectos personales, sacrificando en parte la vida privada y familiar por atender los reclamos de muchos que en mi confiaron y que no merecían les olvidara en la hora precisa.
Poco a poco aprendí que un buen Delegado no es aquel que “resuelve” problemas, sino el que los tramita y les sigue hasta que tienen solución o al menos respuestas sensatas y veraces de los organismos pertinentes cuando es imposible atender los reclamos materiales en ese instante, pero lo es también aquel o aquella persona que sabe escuchar un problema entre esposos, entre padres e hijos, entre vecinos y dar un consejo oportuno cuando se le solicita, el que vela porque no quede un niño sin ir a la escuela, el que se preocupa junto al médico de la familia y los trabajadores sociales por cualquier problema de salud que tenga una persona anciana o no en su área de atención, es aquel o aquella persona que dispone de todo el tiempo del mundo para escuchar a los demás y cada seis meses les rinde cuenta de toda la gestión realizada a los que lo eligieron .
El Delegado es un ser imprescindible a nivel del municipio donde desarrolla su labor porque no sólo representa a sus electores y trata de lograr beneficios para su área, su labor cimera se concentra en lo que puede aportar con sus ideas en las comisiones permanentes de trabajo y en las sesiones de la Asamblea Municipal, en todos los temas sensibles y en los planes que a ese nivel se pretendan realizar cada año y que son aprobados por ellos .
¿Cómo entonces quedar impasible al escuchar o leer tantas tonterías y mentiras sobre el proceso eleccionario cubano?, ¿cómo callar ante las infamias de nuestros enemigos cuando afirman que si no se es militante del Partido Comunista es imposible acceder hasta un simple cargo de Delegado del Poder Popular? Pues yo me puedo poner de ejemplo precisamente por no ser militante y muchos más como yo tampoco lo son , porque el único requisito que se pide es la honestidad y la transparencia de los candidatos y , en votación directa y secreta, el pueblo les concede su beneplácito, a partir de biografías simples - sin campañas de promesas y más promesas como es usual en procesos eleccionarios fuera de nuestro país y que casi siempre se olvidan una vez en los cargos-, y una modesta foto personal, pero también, de no cumplirse con lo que se establece, esos mismos electores te pueden revocar en cualquier momento del mandato de dos años y medio, como lo establece la ley.
No creo que pueda existir mayor orgullo personal que ser candidato en unas elecciones cubanas y llegar al término del mandato con la satisfacción de que los electores se han sentido representados en la Asamblea Municipal del Poder Popular y nos vuelven a proponer para un nuevo período, aun cuando en ocasiones no dispongamos de las condiciones y tiempo necesarios para complacerlos, siendo difícil decir NO a aquellas personas humildes y sinceras que más que a un representante de sus intereses van adoptando a un amigo, a un familiar cercano al que tutean como parte de su grupo íntimo y querido.
Algunos podrán suponer que el Delegado cubano es un privilegiado del sistema y ¡cuán errados están! Este cargo público no implica salario, ni prebendas de ningún tipo, las gestiones se realizan en nuestro tiempo libre, en las tardes, en las noches cuando otros ven la televisión o van de paseo y salvo excepciones, tienen las mismas carencias que cualquier otro de sus vecinos y sus mismas o peores necesidades, pero jamás podrán poner delante sus intereses personales porque en ese mismo instante perderían toda la confianza y el prestigio acumulado ante todos que no riqueza material, pero más valiosos aun porque implica modestia, humildad y celo profesional, algo que no es posible comprar en ningún mercado de valores.
Este 25 de abril, me levanté muy temprano y ya a las cuatro de la madrugada estaba en el colegio electoral ayudando a las autoridades de la circunscripción a poner a punto el local del taller comunitario “Coloreando Mi Barrio”, adornado con dibujos infantiles realizados por los niños y donde las figuras de Martí, Bolívar, Fidel, Raúl o el Che, ocupaban espacios de relevancia junto al escudo y la bandera de la estrella solitaria y allí contemplé a personas muy ancianas que llegaban para tratar de ser el primer votante, a jóvenes que habían arribado a los 16 años de edad y ejercían por vez primera el sufragio, a los pioneros que custodiaban las urnas y decían :¡VOTÓ! , cada vez que una persona depositaba la boleta, entregar flores a los votantes de cada centena, ver el conteo de los votos junto a todos los que quisieron estar y conocer quién sería el nuevo Delegado -o más bien la nueva Delegada esta vez- y aplaudir su elección.
En esta ocasión yo no había sido protagonista del suceso por decisión personal y profesional pero había disfrutado mucho todo el movimiento de centenares de vecinos que acudían a depositar su favor a uno u otro candidato, que lo hacían de manera sincera y sin presión de ninguna especie pues en Cuba este acto es totalmente voluntario y aquellas personas que no desearon acudir, pues simplemente se quedaron en casa haciendo uso de su derecho ciudadano.
Yo pregunto sinceramente a los críticos de la Revolución cubana: ¿pueden señalarme algún ejemplo mayor de democracia que este que los cubanos vivimos cada dos años y medio, sin intervención de partidos políticos, ni de grupos de poder económico, ni presión de caciques locales, ni de alguien en particular que tenga intereses ocultos o públicos en algún candidato?
¿Qué dirán ahora esos mismos críticos y “especialistas” de la agonía del sistema político cubano ante las cifras de votantes que han dado su apoyo a los candidatos del pueblo?¿Dirán que son falacias y mentiras, dirán que hay fraude en las cifras “oficiales”, dirán que todo es una farsa montada por la dictadura de los hermanos Castro? Peor para ellos que no pueden dormir tranquilos ante la evidencia de un pueblo que se resiste a creer en sus engaños y apuesta por las cosas en las que cree y una de sus más preciadas joyas es precisamente su sistema electoral, aun cuando el mismo pueda estar sujeto a perfeccionamientos que el tiempo le exija.
La lección de democracia revolucionaria para más de ocho millones de compatriotas entre los que me incluyo, no tiene duda alguna y la defenderemos como hacemos con el resto de las conquistas sociales alcanzadas en los últimos 51 años .
La Habana, abril del 2010
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